Mi Paraguaya

Es raro volver a sentir
esta sensación de no sentir
Estar lleno de vació
de salir a las noches
tan noches de una sola noche.

Como esas copas
que en la oscuridad pelan en  su encanto
ese poder de poder olvidar.

Como esa flor de la luna
que muestra su esplendor cuando empieza a oscurecer
y durante la madrugada larga un aroma tan bello que espanta.

Las esperas impaciente
distante, y a la vez, especulante
aunque sabes que pronto se marchitara.

Entonces, el fulgor sale del pecho
recorre todo el cuerpo como si te absorbiera tu propio espíritu
y sale estallando con un eufórico frenesí.

Solitarios espejos en un desierto sin nubes
Que muestran la belleza interior de una noche
Tan cobarde que ya el día arremetió sus rayos vengadores.

Y ese pimpollo que fue gestado de día
Que abrió lentamente la tarde con los mates
Y exploto de beldad la oscuridad solitaria

Esa flor que con su aroma invade el barrio que vista
Trayendo paz momentánea a los corazones
Vagabundos de la sombra, suertudos de encontrarla.

Muere con los primeros rayos del sol
Se marchita lentamente dejando solo esquejes de lo que fue:
Una reina de la noche, o mi paraguaya.